BELLEZA – Juan Jesús Gutierro

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Juan Jesús Gutierro

Cooperador de las Hijas de la Virgen de los Dolores

Profesor en la Universidad Pontificia Comillas y ESCUNI

jgutierro@comillas.edu

«La belleza nos hace sentir que la vida está orientada a la plenitud» (Papa Francisco).

Hablar de belleza después de haberlo hecho sobre el asombro puede parecer, quizá, paradójico, sin embargo, el asombro nace de la contemplación de la belleza.

Si nos paráramos a pensar cómo mientras escribo estas líneas o las estás leyendo, trabajan en nuestro cuerpo cantidad de órganos, facultades, miles de células y de conexiones sinápticas en nuestro cerebro…

Si echáramos un vistazo desde nuestra ventana y observáramos ese paraje de árboles o quizá el mar, o la meseta castellana… o simplemente el parque más cercano…Si elevásemos los ojos en la noche y observáramos la grandeza del firmamento…

Si nos detuviéramos en medio de la plaza de nuestro pueblo o ciudad y observáramos la cantidad de hombres y mujeres que la transitan, cuántas preocupaciones, alegrías, desazones, esperanzas albergan…

Si visitáramos un museo y nos encontráramos con una obra de arte desconocida, o al volver una esquina en una ciudad que visitamos por primera vez y halláramos una escultura…

«Vio Dios cuanto había hecho y todo estaba muy bien». Y es que en todo ello encontraríamos una belleza que sale a nuestro encuentro sin apenas tener que buscarla, a veces casi sin darnos cuenta. Hay quien discute de que exista, e incluso, ciertamente, puede haber algo de subjetivo cuando calificamos algo como feo o bonito, pero la belleza va más allá, me habla de armonía. Esa armonía nos remite al Dios creador, el Principio de todo lo que existe, el alfarero, el que insufló aliento de vida en el barro, el que se vale de la palabra para ir llenando de sentido la creación.

La belleza de lo creado, la belleza del otro, mi belleza.

Quisiera detenerme en la contemplación de la belleza de uno mismo. Muchas veces la desesperación, las frustraciones, la competitividad, las luchas, el desprecio… nacen de la falta de contemplación de la belleza en un mundo que sitúa los cánones en cuerpos perfectos y palabras bonitas. En ocasiones los problemas de afectividad nacen de la incapacidad de encontrar belleza en uno mismo. ¿Pero dónde reside esa belleza? ¿En lo imperturbable? ¿En lo eternamente joven? ¿En lo filtradamente bonito? ¿En lo invulnerable? ¿En lo inmortal?

La belleza del cristiano está en sentirse creatura, creado, por un Dios que te tenía dibujado en las palmas de sus manos, que te había pensado antes de nacer. Por eso tenemos el reto pastoral de hacer que nuestros jóvenes se sientan únicos, irrepetibles e insustituibles. Que nadie piensa, ama, siente, ríe, como él lo hace. Que Dios se fijó en él y lo sigue sosteniendo aun cuando no vea el horizonte.

Esa es la belleza de lo humano, sentirse creatura, frágil, dependiente, pero sostenida por las manos del Creador. Vivir de una manera armónica es vivir coherentemente, fijar unos principios y vivir conforme a ellos. Es seguir unos grandes ideales y Jesús nos lanzó el gran reto del amor. Vivir con amor es llenar el mundo de belleza, es dotar al mundo de un sentido, es llevar al mundo a su plenitud. El joven debe ver en el pastoralista un testimonio de coherencia y vida de fe sostenida en Dios, no en falsas seguridades, no en autoayudas fakes, es Dios quien sostiene la vida del ser humano. Caer en la cuenta de esto puede hacer que se tambaleen los cimientos donde hemos asentado nuestra vida, pero tiene la gratificación de conducirnos a vivir una vida bella, llena de sentido, que despierte asombro.

La belleza del cristiano está en sentirse creatura, creado.