Tomamos prestadas unas interesantes reflexiones de José Ramón Flecha, publicadas recientemente por el Diario de León.
En su exhortación Cristo vive (25.3.2019), el papa Francisco nos pide dejar de subrayar los defectos de la juventud y escuchar a los jóvenes, que nos ayudarán a plantearnos preguntas inéditas (65-66).
Nos recuerda que “el corazón de cada joven debe ser considerado “tierra sagrada”, portador de semillas de vida divina, ante quien debemos “descalzarnos” para poder acercarnos y profundizar en el Misterio” (67).
Aunque no pretende ofrecer un análisis exhaustivo sobre los jóvenes en el mundo actual, en la exhortación del Papa se encuentra una especie de decálogo de notas sobre lo que les pasa a los jóvenes:
1. En el mundo actual, lleno de progresos, muchas de las vidas de los jóvenes están expuestas al sufrimiento y a la manipulación (71).
2. Hay jóvenes en contextos de guerra. Otros son perseguidos a causa de su fe. Muchos viven perpetrando delitos y violencias: niños soldados, bandas armadas y criminales, tráfico de droga, terrorismo (72).
3. Muchos jóvenes son ideologizados, utilizados para destruir, amedrentar o ridiculizar a otros. Y otros son convertidos en seres individualistas, enemigos y desconfiados de todos (73).
4. Numerosos jóvenes padecen marginación por razones religiosas, étnicas o económicas. Hay adolescentes y jóvenes que quedan embarazadas, abortan, o padecen VIH y varias formas de adicción o viven en la calle. Hay jóvenes que han muerto por la miseria y la violencia (74-75).
5. Hay jóvenes que sufren un dolor que no se puede expresar con palabras y solo pueden decirle a Dios que sufren mucho, que les cuesta demasiado seguir adelante, que ya no creen en nadie (77).
6. Algunos jóvenes sienten las tradiciones familiares como oprimentes y huyen de ellas, impulsados por una cultura globalizada que a veces los deja sin puntos de referencia (80).
7. En un mundo que enfatiza excesivamente la sexualidad, los jóvenes ven muy difícil poder mantener una buena relación con el propio cuerpo y vivir serenamente las relaciones afectivas (81).
8. Algunos jóvenes adoptan comportamientos de riesgo como instrumento para explorarse a sí mismos, buscando emociones fuertes y obtener un reconocimiento social (82).
9. En algunos jóvenes quedan golpes, fracasos y recuerdos tristes, las heridas morales, el peso de los propios errores y los sentimientos de culpa por haberse equivocado (83).
10. Con todo, en algunos jóvenes se ve un deseo de Dios, un sueño de fraternidad y un deseo de desarrollar sus capacidades para aportarle algo al mundo. En algunos se ve una gran sensibilidad artística, una búsqueda de armonía con la naturaleza o una gran necesidad de comunicación (84).
De una forma o de otra, la mayor arte de los jóvenes esperan con apertura una palabra de estímulo, de luz y de aliento.
José-Román Flecha Andrés