APRENDIZAJE–SERVICIO. OPORTUNIDAD PARA LA PASTORAL EDUCATIVA – Isabel Gómez Villalba y Arantzazu Martínez–Odría

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El Aprendizaje–Servicio (ApS) es una propuesta educativa que combina procesos de aprendizaje con servicio a la comunidad en proyectos educativos que promueven una transformación social.

Es fruto de una filosofía de la educación donde las instituciones educativas son espacios abiertos a las necesidades sociales y donde todas las instituciones desarrollan una función educadora.

Esta filosofía de la educación no plantea la transformación social como un simple cambio de estructuras o instituciones sino como un complejo proceso de capacitación personal y desarrollo integral sostenible.

Hay muchos matices a la hora de conjugar los tres elementos cuya síntesis conforma el ApS: aprendizaje, servicio y transformación social.[1]

Por ello es importante elaborar un diagnóstico de nuestras posiciones y preguntarnos desde qué misión, visión y valores estamos elaborando nuestras programaciones y promoviendo los proyectos de ApS.

Podríamos afirmar que los modelos educativos son tantos como corrientes filosóficas. El núcleo fundamental del modelo educativo que proponemos es el Evangelio. Este modelo, como insiste el papa Francisco, trata de promocionar «la cultura del encuentro, de la relación, de la proximidad y del diálogo, que nos orienta hacia la solidaridad, elemento fundamental para una renovación de nuestras sociedades».

Este es el gran desafío para los educadores cristianos, que la escuela se movilice y vaya al encuentro de los demás, que rompa sus límites de «templo del saber» alejado de la sociedad y se convierta en un auténtico «agente de transformación social».

¿Qué aporta el ApS a la Pastoral Educativa?

Una de las claves definitorias y más importantes del ApS es la necesidad de integrar contenidos curriculares en las propuestas solidarias, superando una mirada fragmentaria de la educación y de la realidad que nos rodea. Tradicionalmente, las actividades solidarias en la escuela católica han estado integradas, de manera casi exclusiva, al trabajo pastoral de grupos misioneros, grupos juveniles o de catequesis. Conseguir que estas actividades solidarias, además de ser un modo real de explicitar el Evangelio, integren fe y vida, pastoral y vida académica, ciencia y compromiso fraterno, es todo un desafío permanente para la escuela católica que abre nuevos horizontes.

La propuesta del ApS nos desafía a pasar de la teoría a la práctica, de las buenas intenciones a las buenas acciones, a superar la lógica de la razón y del cálculo y aprender a vivir desde la lógica del don.

Esta metodología activa facilita que los niños y jóvenes desarrollen su sensibilidad hacia las necesidades reales y sentidas de una comunidad. Es un proyecto educativo con finalidad social que acerca al alumnado a la labor de personas y asociaciones que trabajan para mejorar la vida de otros.

Por una parte, esta propuesta educativa, permite al alumnado la posibilidad de «aprender a ser», favoreciendo su autoconocimiento, la autonomía personal, el compromiso, la responsabilidad, el esfuerzo, la constancia y el emprendimiento. Por otra parte, ayuda a entender, experimentar y vivir que la felicidad no radica en recibir bienes, sino en dar lo que uno es y comprobar que el entorno mejora gracias a ese don libremente donado.

En definitiva, esta propuesta educativa nos permite diseñar un tipo de situaciones de aprendizaje que capacita a nuestro alumnado a desarrollar su derecho a colaborar en la construcción de un mundo mejor. Y al hacerlo, los alumnos y alumnas descubren el sentido de lo que aprenden, que al servir para alguien y para algo, se convierte en aprendizaje significativo y vinculante.

¿Qué aporta la Pastoral Educativa al ApS?

Al integrar y llevar a la práctica, en nuestra acción solidaria, los aprendizajes de diversas disciplinas curriculares y los «contenidos» pastorales, estamos logrando que la actividad se enriquezca desde varios ángulos. Conseguimos integrar en un proyecto común espiritualidad y compromiso social, fomentamos la implicación y corresponsabilidad de un mayor número de actores. En definitiva, logramos que se involucre toda la comunidad escolar de un modo genuino.

La Pastoral Educativa aporta sentido y finalidad a los proyectos de Aprendizaje–Servicio. El ApS es una actividad de acción y reflexión crítica sobre la realidad, y las necesidades que se derivan de ella, en términos de convivencia y búsqueda de justicia social. No aprendemos tanto de la acción como de la reflexión que hacemos de ella. A través de los proyectos de ApS se ofrece al alumnado la posibilidad de abrir la mirada a la sociedad, a las necesidades cercanas y lejanas que existen en la misma, y se les ofrecen oportunidades y recursos para adoptar una posición personal ante la misma.

Mediante la reflexión se toma consciencia de los propios sentimientos, nociones y significados construidos, lealtades, prejuicios, a la vez que permite conocer de manera más racional y con argumentación la realidad social. La suma de acción solidaria y reflexión crítica en los proyectos de ApS favorece aprendizajes sean más significativos y vinculados con las necesidades reales del entorno y los intereses del alumnado. De lo que se trata es que descubra que el servicio solidario no es hacer algo «por otro», sino generar «entre todos» una nueva comunidad, sin grietas que nos separen ni opongan.

El ApS bien podría ser una forma de afrontar el nexo entre compromiso social y esperanza cristiana. Una metodología activa mediante la cual reivindicar el carácter público del cristianismo y su indispensabilidad para construir la paz y el encuentro.

Toda persona necesita una esperanza que le ayude a afrontar el presente. Si se elimina la esperanza cristiana del espacio público, se elimina a Dios del mundo, y «un mundo sin Dios es un mundo sin esperanza» (cf. Ef 2,12).

En este sentido, implementar en la comunidad educativa esta metodología activa del ApS, puede ayudar a nuestro alumnado a introducir su visión del mundo y su propia experiencia en un proyecto más extenso de realización humana en cuyo fondo podemos hablar de Dios en cuanto sentido y meta de la historia.

[1] A. Domingo: «Conocimiento responsable y ciudadanía activa: las claves éticas del Aprendizaje–Servicio» en A. Martínez–Odría e I. Gómez (Coords.), Aprendizaje–Servicio. Educar para el encuentro, Madrid, Khaf, 2017, pp. 27–28.

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