APRENDIENDO EL ARTE DE AMAR – Pilar Yuste Cabello

Etiquetas:

APRENDIENDO EL ARTE DE AMAR  Descarga aquí el artículo en PDF

Pilar Yuste Cabello

Víctor Rivas Fernández

pilaryuste@gmail.com

vrivasfdez@protonmail.com

¡Hola!

Somos Víctor y Pilar, amigos desde hace años. Como psicólogos, como profesores, como padres de familia y, sobre todo, como cristianos, nos ilusiona participar en pastoral juvenil y compartir con vosotros nuestro trabajo y reflexión. Cada uno lo hará desde su propio acento; uno a través del arte, otra de la mano de la teología, pero sobre todo, desde y para la Vida.

Sobre Pilar Yuste Cabello

Soy madre, cristiana, profesora, mujer buscadora de sentido y de felicidad. Entre mis estudios destaco las licenciaturas en Estudios Eclesiásticos (UPS), en Teología Dogmática (UPC) y en Psicología (UNED), y los Máster en Migraciones y Relaciones Intercomunitarias (UAM) y en Psicoterapia Individual y de Grupo (UPC). El Evangelio me ha llevado a dedicar mi vida a tender puentes ecuménicos, interreligiosos, y a colaborar en el tejido social y eclesial desde mi compromiso con el crecimiento personal, el feminismo, la ecología, el pacifismo y la interculturalidad. Todo ello desde la investigación, la docencia, el acompañamiento, la divulgación dentro y fuera de España, y el activismo social.

Actualmente soy miembro de Agar, de ATE, de la Asociación Europea de mujeres en la investigación teológica y del Fórum Ecuménico de Mujeres Cristianas de Europa.

Fundadora y presidenta de ACERCÁNDONOS y OIKOLOGISTAS.

Algunos de nuestros proyectos de educación en valores, ayuda mutua, y solidaridad internacional han sido premiados y reconocidos por diversos medios de comunicación.

Sobre Víctor Rivas Fernández

Soy una persona que trata de construir el Reino en la familia y en aquellos entornos en los que participo. Me apasiona conocer, aprender y construir posibilidades con otras personas. Me he formado como Ingeniero Informático (ICAI) y Licenciado en Psicología (UNED), especializado en Terapia centrada en la persona (ICAI), educación artística y visual (UCM) y Terapias contextuales (UAL). Pongo mis dones al servicio como educador en Formación Profesional Básica, como psicoterapeuta y como artista visual. Agradecido por la Vida.

Sobre las imágenes

Las imágenes utilizadas en este artículo están bajo licencia Creative Commons, lo que significa que pueden ser compartidas, adaptadas y utilizadas de forma gratuita para fines no comerciales, siempre y cuando se atribuya adecuadamente al autor original, Víctor Rivas Fernández.

 

0.- Punto de partida

La sexualidad es fuente de felicidad, pero también de frustración y dolor. Es dimensión esencial y digna del ser, e incluso expresión máxima de la divinidad en varias religiones[1], pero también forma parte de un enorme y sucio negocio para algunos[2].

La sexualidad es parte de nuestro ser integral, del todo que somos, por lo que no se limita a algo mecánico y, valga la expresión, sin trascendencia. En cristiano requiere la referencia a la afectividad, como todo lo que vivimos y somos.

Como dimensión vital la sexualidad es natural y es cultural. Por eso nos vamos a centrar en cómo vivimos en Occidente actualmente nuestra dimensión afectivo-sexual y en qué criterios podemos aplicar para que nos lleve a ser más felices. Víctor recurrirá a varios autores y a su arte. No nos dejará indiferentes.

Posteriormente Pilar aterrizará la perspectiva en nuestras aulas y buscaremos criterios educativos y teológicos que nos puedan ser útiles para ser más felices.

1.- Aprendiendo el arte de amar

Hace sesenta y ocho años Erich Fromm ya advertía en su libro El arte de amar que el Amor estaba en riesgo de desintegración amenazado por las dinámicas de la sociedad americana de la época. Me resulta asombroso, al releer su manual, cómo su análisis puede tener tanta vigencia en la actualidad. En el capítulo séptimo, Fromm describe algunos de los factores que contribuyen a tal desintegración: Una cultura basada en el individualismo extremo, una cultura en la que se pierde el significado de lo que es amar, una cultura que se centra en el consumo ya sea de objetos como de personas. Estos signos que Fromm detectaba en 1956, están hipertrofiados y enraizados en la cultura actual.

Sobre este análisis, Fromm plantea la construcción de relaciones amorosas insanas que trato de representar con las ilustraciones que acompañan.

Relaciones en las que se trata de encerrar a la otra persona, no permitiendo su autonomía y libertad, controlando sus movimientos. La otra persona acepta perder su libertad para mantenerse dentro de la relación.

Relaciones en las que se utiliza a la otra persona para rellenar un vacío personal o carencia. La otra parte acepta perder su autonomía y voluntad en pro de seguir en la relación.

Relaciones, finalmente, de codependencia, en las que ambas personas dependen emocionalmente la una de la otra para sentirse válidas o completas. Se cede en dignidad, poder personal o límites para sentirse querido por la otra persona. Mientras, la otra parte, suele depender de la dependencia del otro.

Ante los modelos de relación expuestos, que podríamos calificar de desAmor, Fromm propone el Amor como un Arte que todo ser humano puede aprender con práctica y voluntad. Realizó un ejercicio muy valioso de definición del Amor basado en tres actitudes susceptibles de desarrollar:

  • Respeto: reconocer a la otra persona como un individuo con dignidad y autonomía, como la de uno mismo. Considerando los límites y voluntad de la otra persona como los propios.
  • Cuidado: amar a otra persona es cuidarla activamente tanto física como emocionalmente. Estar presente y conectado emocionalmente con la otra persona al igual que con uno mismo.
  • Responsabilidad: ser consciente de las acciones de uno y de las consecuencias que estas tienen en la relación. Responder ante las mismas, reconociéndolas y subsanándolas en caso necesario.

 

La propuesta de Fromm sigue viva y es vigente en el marco actual. Podría, por tanto, estar en la base del desarrollo de una formación en educación afectivo-sexual para jóvenes. Dicha propuesta se ve reflejada en el trabajo de otros/as autores/as que amplían la tesis, adaptándola a la cultura actual:

 

  • El cuidado en la relación ha sido desarrollado por Sue Johnson (Abrázame fuerte). En su enfoque centrado en las emociones, aplicado en las relaciones afectivas, define el Amor como una necesidad básica, una fuerza biológica innata como el hambre y la sed; es una unidad de supervivencia, esencial para nuestro bienestar, vital para nuestra salud mental y física. Desde el nacimiento, necesitamos relaciones amorosas para prosperar y crecer y la conexión emocional de calidad no es solo una ventaja opcional, sino una necesidad humana básica. El cuidado para Johnson se basa en construir un vínculo de apego seguro a través de una conexión emocional profunda basada en tres componentes esenciales que se ven reflejados en la respuesta a la pregunta planteada.
  • Disponibilidad: ¿puedo llegar a ti emocionalmente aun cuando sientas dudas o inseguridad?
  • Receptividad: ¿puedo confiar en que me responderás a nivel emocional cuando lo necesite?
  • Involucramiento: ¿puedo saber que me valorarás y estarás a mi lado?

Por tanto, en la medida en que la respuesta a estas preguntas sea positiva estarás recibiendo u ofreciendo amor en las mismas, según sea el sujeto activo.

  • La responsabilidad en las relaciones tiene un exponente en el enfoque de Aceptación y Compromiso que ha desarrollado Steven Hayes. Propone que la salud mental y vital de un ser humano pasa por la disposición a experimentar las sensaciones positivas y negativas que se dan en la construcción de una relación interpersonal, así como en el compromiso activo en trabajar por la conexión emocional de aquellas relaciones que son valiosas y significativas para él mismo.

 

2.- Referencias bibliográficas

  • Fromm, E. (2006), El arte de amar, Paidós.
  • Johnson, S. (2019), Abrázame fuerte, Editorial Alba.
  • Hayes, S. C., Strosahl, K. D., & Wilson, K. G. (2015), Terapia de Aceptación y Compromiso, Editorial Paidós.

Recuadro con fondo de color

3.- Sexo y modelos de antes y de ahora

Como solemos decir los profesores mayores, hemos pasado de la represión más feroz, al desconcierto. El canon anterior era el matrimonio católico patriarcal con numerosa prole; cualquier otra relación, máxime si no era heterosexual y procreativa, era condenada con la exclusión social y el fuego eterno. Ahora el modelo parece ser la persona pansexual de género fluido e incesante actividad genital. La persona que, sin declararse asexual, ha decidido no tener relaciones o se define heterosexual en vez de coleccionar un elenco de prácticas diversas, más allá de ser considerada reprimida es una pringada sin más para muchos. Por ley del péndulo o por intereses creados, ambos modelos nos lastran.

Hace falta educación sexual para nuestro alumnado (y un diccionario de neologismos LGTBIQ+ para nosotros). Pero, aunque está habiendo muy buen trabajo al respecto, aterrizan excepcionalmente en nuestras aulas talleres de fundaciones que además de limitarse a abordar el tema fisiológica y médicamente (genitales, funcionalidad reproductiva y sexual y métodos anticonceptivos y de barrera) llegan incluso, apelando al enorme uso de pornografía entre la gente joven, a recomendar el uso de «pornografía suave o feminista» como parte de la educación sexual de nuestros adolescentes. Son minoritarios y no los juzgo peores que la represión y los abusos pasados, pero tampoco creo sean la mejor solución. El debate está servido, pero esos errores no pueden cuestionar el hecho de que era y es necesaria social y evangélicamente la integración de la sexualidad, la equidad de género, la libertad sexual, el respeto a las personas LGTBI y la educación afectivo-sexual.

Un ejemplo: al finalizar clases, charlas o talleres donde he comentado que la libertad pasa por negarse a encasillarse tanto en los antiguos como en los nuevos modelos, he recibido el agradecimiento tanto de algún alumno/a que no se sentía respetado en su búsqueda sexual, como de quien, por ejemplo, estaba sufriendo burlas de sus compañeros por ser virgen con 16 años, o por declararse heterosexual. Y no es algo nuevo. El coleccionismo sexual siempre ha existido. Antes eran solo los jóvenes varones heterosexuales los que presumían de ello. Que se generalice no creo que sea lo liberador. La presión de grupo, como en el tema de las drogas, es también aquí crucial, especialmente en los jóvenes, pero no solo en ellos. La hipersexualización estética y vital de nuestra cultura suma un gran desconcierto e infelicidad.

 

La presión de grupo, como en el tema de las drogas, es también aquí crucial

4.- Algo no funciona

Paradójicamente, en un momento de enorme tolerancia y de educación afectivo-sexual, aumenta el maltrato juvenil[3] y patologías muchas veces asociadas a la imagen y a la afectividad, especialmente en este momento de desarrollo: desórdenes alimentarios, depresión, autolesiones…

Hoy, alrededor de uno de cada siete adolescentes de 10 a 19 años en todo el mundo ha sido diagnosticado con algún problema de salud mental, como alertaba Unicef en su Informe sobre el estado mundial de la infancia. En España, el país europeo con una cifra más alta de adolescentes diagnosticados, el porcentaje es aún más alto: el 20,8% (21,4% de las niñas y 20,4% de los niños), más de la quinta parte. Según la estadística y la forma de cuantificarlo, el número puede ser aún mayor. Hace menos de un mes, una encuesta realizada en EE. UU. mostraba que el 42% de la generación Z (los nacidos entre 1995 y 2010) está diagnosticado con un problema de salud mental. Ansiedad, depresión, TDAH (Trastorno de Déficit de Atención) y TEPT (Trastorno de Estrés Postraumático) son los más frecuentes.

La pregunta del millón es, por lo tanto, cómo hemos llegado hasta aquí.

Hoy, un 15,9% de jóvenes señala que ha padecido algún problema de salud mental continuamente o con frecuencia, cuando hace menos de un lustro era apenas un 6,2%[4].

La pandemia COVID ha influido mucho, pero el problema es incluso anterior. Podemos hablar de una pandemia de crisis emocional entre nuestra juventud constatada en nuestras aulas. Hay mucho dolor. La educación afectivo-sexual no es la responsable ni la panacea de este problema, pero sí es crucial en su génesis y en su intervención.

5.- Hacia una vivencia integral e integradora –ojalá–. Somos seres bio-psico-sociales… y espirituales

La sexualidad no se puede deslindar de la afectividad (como nada en nuestro ser integral), ni limitar a las relaciones genitales, ni ser frivolizada. No es lo mismo jugar con alguien al baloncesto que mantener una relación sexual con penetración. No lo es ni antropológica, ni psicológica, ni moralmente. Pero esa misma relación puede tener significados y consecuencias contrapuestas desde el dónde y el cómo se viva. Nuestra mirada cristiana se realiza desde una moral de actitudes, no de hechos.

Nuestra mirada cristiana se realiza desde una moral de actitudes, no de hechos

6.-La gracia y el mal

La sexualidad es sana y santa, pero puede haber también mal y pecado en ella. Lo dicho, depende de nuestra actitud. Hay placer y felicidad, pero puede haber, y hay, abuso, dependencia, maltrato, violación… También por eso la educación afectivo-sexual (adaptada a su edad) no se puede dejar a partir de los 12 años. Los abusos son habitualmente anteriores. De esa inocencia se aprovechan los abusadores. Y estos no son solo varones, ni solo religiosos (a pesar de lo cual ni uno solo de ellos debiera existir), ni solo profesores. La mayoría son familiares[5].

7.-Si en la Iglesia no me acogen en algo crucial para mí, abandono la Iglesia

Todo era pecado, todo estaba prohibido. En las especialidades de Teología adentrarse en la moral sexual era cosa de valientes. Y sigue habiendo muchos colectivos eclesiales instalados ahí.

Los avances de este pontificado (tibios para unos, escandalosos para otros) son muy significativos, como las bendiciones a personas divorciadas y homosexuales, que quizá llegan tarde para muchos.

Lo cierto es que, perdido para la mayoría social el referente eclesial e incluso cristiano, y en un momento de búsqueda identitaria y grupal, el peligro de la presión social, no ya de sociedad líquida, sino de tsunami ético, genera una enorme indefensión en nuestros adolescentes, por mucho que sigan creyendo su fábula de omnipotencia. El like no es referente de bien ético, ni de felicidad… ni siquiera de éxito.

Pero no debemos sucumbir ante el miedo. Si educamos en nuestros respectivos ámbitos a personas formadas, acompañadas, libres y con criterio, lo que nos rodea no solo no nos determina, sino que incluso nos ayuda dialógica o reactivamente a crecer. Por ejemplo, es cierto que la media de edad de iniciación sexual ha bajado en España. No se debe frivolizar eso, pero nada de esto debería asustarnos si en nuestras escuelas y en nuestras familias hay una buena educación afectivo-sexual.

8.-Afectividad y sexualidad. Con y para la felicidad. Desde y para el amor, como todo en cristiano

Como todo lo importante, la educación afectivo-sexual es un proceso a largo plazo. Requiere discernimiento, acompañamiento, renuncia, responsabilidad, valor… Como todo lo importante en la vida no se da ni a corto plazo ni fácilmente[6].

9.- Desde y para el amor… y un amor ¿sin límites?

Ojo con nuestras expresiones y canciones cristianas, en ocasiones más peligrosas que el Sin ti no soy nada de Amaral o el Colgado en tus manos de Marta Sánchez. Que Jesús nos amara con un Amor sin límites, no significa que los límites no sean necesarios en nuestra vida para tener relaciones adultas, sanas, placenteras y felices.

La educación afectivo-sexual es un proceso a largo plazo

Y 10.- Familia, escuela, Iglesia, espacios de libertad, acogida incondicional y acompañamiento

Familia, Escuela e Iglesia no pueden ponerse de perfil con algo tan crucial en la vida de una persona. Esto requiere valor, formación, profesionalidad, y mucho amor. Y empieza por nuestra propia formación al respecto (hay mucho miedo que vencer).

Tenemos que generar en ellas (si no los hay ya) espacios de escucha[7], co-escucha, acogida incondicional, acompañamiento y educación afectivo-sexual. Que sepan que no están solos. No se limita a una charla o un taller (que hacen falta), a un eje curricular interdisciplinar (que es necesario), a una intervención personal de una docente, un psicólogo o una agente pastoral (que también). Quizá esta sea la parte de revolución sexual pendiente. Porque para vivir una real liberación afectivo-sexual esos tres ámbitos son cruciales. Y para una felicidad plena, la dimensión afectivo-sexual es imprescindible.

«Y vio Dios que era bueno».

Todo un reto:

…aprendiendo y compartiendo el arte de amar

[1] Yuste Cabello, Pilar, «Mística y Sexualidad», en Mujeres, espiritualidad y liderazgo. De la mística a la acción, ed. Silvia Martínez Cano, Madrid, San Pablo, 2019, 135-148.

[2] Según diversas fuentes, entre ellas Naciones Unidas, los negocios más rentables del mundo por orden de «beneficio» son: drogas, prostitución, banca, armamento, pornografía, alcohol, casinos y apuestas, petróleo, tráfico de personas, farmacéutica y falsificaciones. Varios de ellos tienen que ver con la sexualidad. En muchos casos sus redes interaccionan.

[3] Según un estudio de la fundación ANAR crecen un 87,2% los casos de violencia de género en adolescentes (2018-2022). Las víctimas son jóvenes de 16 años de media y el 70,3% de ellas no denuncia ni tiene intención de hacerlo. El Confidencial –edición digital–, 24/10/23.

[4]  Alimente, 13/12/20222.

[5] La Fundación Vicki Bernadet habla de 1/5 de niños y niñas víctimas de abuso sexual, generalmente dentro de la familia o círculo de confianza. Más aún en otros países.

[6]  Como afirma Xokas, que tanto suele gustarles: https://www.youtube.com/watch?v=GuWbxMIytg4&ab_channel=ChispaMotivationEspa%C3%B1ol

[7]  Yo reconozco haber hecho decenas de intervenciones y debates sobre justicia social, sobre ecología, sobre la guerra, pero pocos sobre estas cuestiones. El respeto a las opiniones familiares es compatible con nuestra responsabilidad educadora en un aspecto tan importante.