ANDAR EN ESPERANZA – Juan Carlos de la Riva

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ANDAR EN ESPERANZA

juancarlosdelariva@escolapiosemaus.org

El Jubileo y su alegría, el ser peregrinos y su caminar, la esperanza y su mirada preñada de futuro nuevo… nada de esto que el 2025 nos está trayendo puede ser ajeno a la pastoral con jóvenes. Más bien parece que los jóvenes son quienes más pueden vivir con sentido y protagonismo este año de gracia. Y bastantes de nuestros caminos con jóvenes se cruzarán este año en la Roma jubilosa, con su antes y su después lleno de ánimos y esperanzas. 

RPJ tiene como color corporativo el verde, pero también como bandera la esperanza. Estar acompañando a los jóvenes en proceso pastoral, y a los que con ellos van creciendo en años y sabiduría, nos hace enarbolar esta verde bandera de la esperanza. 

Porque la pastoral juvenil es un modo de frecuentar el futuro en un viaje que Elon Musk nunca podrá igualar, por muy lejos que esté viajando ya. Es el viaje de la mirada larga a ese día en que la paz ganará a la guerra, la bondad no será cuestionada, la belleza deslumbrará y la verdad será desvelada.

Y es un viaje sin idealismos fantasiosos, sino con la responsabilidad de quien ve en los dolores de la tierra, gritos de parto, y en los pequeños milagros de tantas solidaridades el germen de las futuras selvas verdes. 

Por eso, este año la RPJ quiere reeducar nuestra mirada y la de tantos jóvenes por contactar, para que miren como Dios lo hace. Y por eso nuestros seis números se dedicarán a seis ámbitos en los que nuestra mirada será más profunda y penetrante, más cargada de Espíritu. 

Los temas de este año jubilar 2025 se visten de verde esperanza

El primer número contrarrestará a los agoreros de calamidades, a los coleccionistas de datos negativos, a los escépticos que critican a los esforzados alumbradores de nueva vida. Los llaman ilusos, fantasiosos, soñadores, como si su motor fuera simplemente un optimismo infantil, la ingenua ilusión de que todo va a salir bien. No saben que su corazón arde de esperanza. No de optimismo, no. De esperanza. Viendo posibilidades. El número 570, este que tienes entre las manos, es para que la realidad pueda ser contemplada en su proceso y su paciencia, despertando las semillas ahora de un mañana mejor. Mirar la realidad con esperanza.

El número 571, de marzo, quiere centrar nuestra propuesta pastoral en la mejor esperanza, la que nos trae Jesús, símbolo de Dios, palabra viva, quien pudo hacer presente la victoria del amor, para que nos atrevamos a seguir sus huellas. Será nuestra Cuaresma de esperanza. Tú, Jesús, nuestra esperanza.

En el 572, de mayo, miraremos hacia dentro de nuestra comunidad eclesial, y trataremos de cambiar la mirada de quienes no la miran con cariño y esperanza. No a los polarizadores que la llevan a la disputa ideológica y no al reto del servicio al mundo en el amor. No a los añoradores de tiempos pasados que no empujan a la Iglesia a ser motor de la historia. No a los impacientes y quejicas que quieren todos los cambios para ya mismo. No a los que no sepan leer el Evangelio con su propuesta de Reino, y no de simple utopía social. No a los que caminen separados. Sí a la Iglesia. Mirar a la Iglesia con esperanza.

En el 573, de julio, encontraremos el lugar profundo donde habita la esperanza, ese yo habitado por esa presencia que lo ampara y empodera. Invitaremos al viaje del silencio y la vigilia, tan necesarios para la espera que alumbra. La esperanza habita en lo profundo.

En el 574, de septiembre, os invitaremos a reflexionar sobre el lenguaje de la esperanza, que no es otro que el de la belleza. Por eso hablaremos de celebrar, de fiesta, de asamblea, de acción de gracias, de liturgia, de compartir. Nada de bellezas enlatadas, sino músicas y colores para una Palabra que no se encierra en frasco alguno, ni se deja empantallar en seis pulgadas. Júbilo, esperanza. El lenguaje de la belleza.

Y, por último, la RPJ número 575 de noviembre, reservada para propiciar una mirada esperanzada hacia uno mismo. Una mirada que salve en su sentido de salud, de plenitud. Un anuncio alegre a quienes no se gustan y se torturan, a quienes no se levantan encerrados en sus culpas, a quienes sienten que no dan la talla. Porque a Dios le gustas, carga tu insatisfacción y te lleva a hombros para que camines sobre las aguas. Mirarse uno mismo con esperanza.

Con cada tema, tres regalos más. Sí, en RPJ estamos estrenando novedades que nos están llenando de alegría. 

  1. Cada número tendrá su masterclass con algunos de los autores protagonistas de la revista de ese mes. Un diálogo profundo de 60 minutos en los que abrir el apetito para seguir reflexionando y formándote sobre estos seis temas profundos. ¡Ya estamos preparando la primera del 2025!
  2. Cada número tendrá una propuesta de materiales de uso directo en los grupos de jóvenes, una serie de recursos con una propuesta didáctica que te solucionará más de una reunión haciendo que tu grupo crezca y tú con ellos y ellas.
  3. Cada número tendrá (tiene ya de hecho) una propuesta de podcast, de entre 20 y 25 minutos, elaborado desde la Casa de Espiritualidad Santa Teresa. Un diálogo entre jóvenes y mayores, para que los temas sigan haciéndonos pensar, y puedas compartirlo en este formato tan joven con aquellos que se fían de tus recomendaciones. 

Gracias por divulgar todas estas propuestas. Te invitamos a seguirnos en redes sociales y a visitar nuestra web. También a participar de RPJ del modo que quieras, siendo tú colaborador a título individual, o, invitando a tu institución a formar parte de esta red de esperanza que crece día a día. 

Quienes andamos en esperanza sabemos que el futuro no es incierto, que el futuro es de Dios. Nuestro Dios es el Dios del tiempo. Nada es para Él pronto ni tarde. Para Él, siempre es ahora la Vida y la Justicia, el Amor y el Perdón. Y desde allí pronuncia nuestros nombres y nos lanza la cuerda con su ancla, para guiarnos y que andemos hacia Él en esperanza, con todos y todas, humanidad nueva. 

Cerramos esta editorial con palabras de Francisco en el número 55 de la Fratelli Tutti:

«Invito a la esperanza, que nos habla de una realidad que está enraizada en lo profundo del ser humano, independientemente de las circunstancias concretas y los condicionamientos históricos en que vive. Nos habla de una sed, de una aspiración, de un anhelo de plenitud, de vida lograda, de un querer tocar lo grande, lo que llena el corazón y eleva el espíritu hacia cosas grandes, como la verdad, la bondad y la belleza, la justicia y el amor. […] La esperanza es audaz, sabe mirar más allá de la comodidad personal, de las pequeñas seguridades y compensaciones que estrechan el horizonte, para abrirse a grandes ideales que hacen la vida más bella y digna. Caminemos en esperanza» (FT 55).