Iñaki Otano
Solemnidad de Cristo Rey (A)
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: “Cuando venga en su gloria el Hijo del Hombre y todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria y serán reunidas ante él todas las naciones. Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas de las cabras. Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda. Entonces dirá el rey a los de su derecha: ‘Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme’.
Entonces los justos le contestarán: ‘Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?. Y el rey les dirá: ‘Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con uno de estos mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis’.
Y entonces dirá a los de su izquierda: ‘Apartaos de mí, malditos; id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve se y no me disteis de beber, fui forastero y no me hospedasteis, estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo y en la cárcel y no me visitasteis’. Entonces también estos contestarán: ‘Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel y no te asistimos?’. Y él replicará: ‘Os aseguro que cada vez que no lo hicisteis con uno de estos, los humildes, tampoco lo hicisteis conmigo’. Y estos irán al castigo eterno y los justos a la vida eterna”. (Mt 25, 31-46)
Reflexión:
San Juan de la Cruz decía que, al atardecer de la vida “seremos examinados sobre el amor”. Y el cardenal y teólogo Walter Kasper, en un excelente libro sobre la misericordia de Dios alabado por el Papa Francisco, llama la atención sobre el hecho de que, como criterio del juicio, Jesús “mencione exclusivamente obras de amor al prójimo, no otras obras de piedad”.
El amor que Jesús vive y pide a sus seguidores no es un amor abstracto sino muy concreto: auxiliar al hambriento, al sediento, al forastero, al desnudo, al enfermo, al encarcelado. Quien ayuda al necesitado ayuda a Jesús mismo. San Vicente de Paúl (1581-1660) decía a las Hijas de la Caridad, fundadas por él, que los pobres eran sus amos y les pedía que, al servirles, conservasen el buen humor, la sonrisa y la dulzura. El servicio a los pobres no es coser y cantar. Pero “cuanto más repugnantes sean y más sucios estén, cuanto más injustos y groseros se muestren, tanto más deberás darles tu amor. Solo por tu amor, por tu amor únicamente, te perdonarán los pobres el pan que tú les das”.
Igualmente Jesús es un rey que se ha hecho siervo. Es una realeza de servicio. Nosotros, como seguidores de Jesús, estamos también llamados a servir. Jesús se identifica con el necesitado y nos está diciendo: tengo hambre, soy forastero, estoy desnudo, enfermo, privado de libertad, estoy solo: ¡ayúdame! Nos pide solidaridad con todos los desfavorecidos y también atención a los problemas concretos de las personas cercanas a las que podemos ayudar. “¿Quieres honrar el cuerpo de Cristo? No lo desprecies cuando lo veas cubierto de harapos” (San Juan Crisóstomo, siglo IV).