AL PRINCIPIO NO SABÍA DÓNDE IBA. MI EXPERIENCIA DE LA PEJRPJ 556 Descarga aquí el artículo en PDF
Xabier Jiménez Aguirre
paxabierjimenez@alumnado.escolapiosemaus.org
Volver a clase te recuerda todo lo vivido en verano. En mi caso, han sido tres meses en los que he estado simplemente feliz, como cualquier otro año. No obstante, los cinco días recorriendo treinta kilómetros diarios en el Camino de Santiago y su posterior concentración en la capital coruñesa, han hecho de este verano algo especial.
Siendo sincero, al principio no sabía dónde iba. Mis monitores/as del Movimiento Calasanz me transmitieron la actividad y yo no dudé en apuntarme al ver que todos mis amigos/as irían. Hablaba con ellos en el autobús y todos pensábamos que sería como cualquier otro campamento. Sin embargo, no fue hasta llegar allí cuando nos dimos cuenta de que, sin saber qué, este tenía algo diferente.
La experiencia de juntarnos con otros escolapios fue, sin duda, enriquecedora. De una forma u otra, nos sirvió para darnos cuenta de las diversas maneras en las que se puede vivir la fe. En nuestro caso, no muy acostumbrados a una misa diaria, por ejemplo, estos días hicieron que nos diésemos cuenta de que Jesús es nuestro amigo y que va a estar ahí con nosotros pase lo que pase. Fue muy bonito llegar a estas conclusiones mientras caminábamos entre campos de trigo que a veces se hacían interminables.
El acto de la PEJ (Peregrinación Europea de Jóvenes) ya en Santiago de Compostela también fue algo que me gustó. Era también distinto a lo que veníamos haciendo, pero escuchar a mis monitores contar su propia experiencia me acercó más a Jesús. Además, fue una gran oportunidad para conocer a gente nueva con las mismas inquietudes.
Al llegar a Monforte de Lemos —lugar donde comenzamos nuestro camino—, todos teníamos la intención de mejorar y crecer como personas. Cuando ya terminó todo y volvimos a Pamplona, me di cuenta de que, gracias a nuestras reflexiones durante el camino y las charlas de la PEJ, lo habíamos logrado.