Decía Antonio Machado que «un corazón solidario no es un corazón». ¡Y cuánta verdad tenía! ¿Quién ha tenido la experiencia de compartir un gozo y que la alegría aumentara por el simple hecho de compartirlo? O al revés, ¿quién ha tenido la experiencia de compartir alguna pena y que la tristeza casi se mitigase por el mero hecho de abrir el corazón a otra persona? ¿Quién ha visto el rostro de alguien necesitado y ha sentido la imperiosa necesidad de salir a su encuentro? Estas y otras muchas experiencias nos recuerdan que somos para los otros, que nuestro corazón se completa con los corazones de las personas que Dios nos pone en el camino, que acompañarnos es el modo en el que Dios rellena los huecos de nuestros imperfectos corazones.
- Testimonio
«Hace poco elaboré mi propia teoría sobre cómo es Dios. Lo definí como un “Dios bombilla”. En función del momento de mi vida esa luz está encendida y otras no funciona como querría. Cuando todo va bien esa luz es estupenda. Pero cuando las cosas van mal te enfadas porque no está cuando más se le necesita. Empiezas a pensar que Dios es como esa bombilla que está en el techo de tu habitación. Está quieta y no cambia nada, únicamente convive contigo.
Descubrir que Dios no soluciona los problemas ni cura enfermedades, que “permite” las injusticias conviviendo con ellas no es fácil. ¿Por qué el acompañamiento es esencial? Porque creemos en un Dios que, por encima de todo, acompaña.
Todos hemos tenido la experiencia de sentirnos solos alguna vez. Para un creyente la soledad es como estar a oscuras. Si estás a oscuras no ves, y si no ves te caes. Algo así ocurre cuando creemos que nosotros solos podemos con todo. Entonces pasa lo que pasa, sentimos que se va la luz y nos preguntamos ¿dónde está Dios ahora?
Pero cuando compartes la vida y te dejas acompañar en el sufrimiento, en tus logros o en tus derrotas… vas descubriendo que no solo no caminas sola, sino que Dios se sirve de otros para poner luz cuando yo no lo percibo en mi día a día. Sentirme acompañada me hace descubrirme amada y salvada por Dios. Me recuerda que simplemente hay que “encender la luz y mantenerse cerca”».
Marta Capel, 24 años (Madrid).
Ecos del testimonio de Marta
Querido acompañante de Marta, permíteme sugerirte dos ideas:
- ¿Cuál es la imagen de Dios que tienes a la luz de tu experiencia personal? ¡Según sea tu imagen de Dios así hablarás de Él! Toma conciencia, no hables a la ligera…
- La soledad mal vivida siempre se convierte en solitariedad. En cambio, la soledad bien vivida se convierte en soledad habitada por el Señor. ¿Dónde te mueves tú?
a.2. ¡Tengo ganas de hablar contigo, Marta! Te quiero proponer que realices una línea de tu vida de cómo te has sentido acompañado por Dios en cada momento, cuál ha sido la imagen de Dios que has vivido en cada etapa y qué mediaciones Dios ha puesto en tu camino para acompañarte y no sentirte sola (utiliza fotos, imágenes, canciones… ¡lo que quieras!).
a.3. Me permito sugerir una lectura para los que quieran ahondar. A mí me gustó mucho. También diría que me ayudó para vivir más y mejor mi fe. Se trata de Job, de Joseph Roth. A partir de la historia de un hombre llamado Mendel Singer, que abandona a un hijo tullido en su aldea natal para partir con el resto de su familia a América, se retoma con sutileza la historia de Job y sus infortunios, la pérdida de la fe y la experiencia del sufrimiento. El gran libro bíblico adquiere, en esta elaboración contemporánea, nueva e inesperada fuerza… ¡Te gustará! ¡Esto es lectura de calidad! Ni postverdad, ni fake news, ni infotoxicación…
- Me detengo a imaginar…
«Aquel mismo día, dos de ellos iban caminando a una aldea llamada Emaús, distante de Jerusalén unos sesenta estadios; iban conversando entre ellos de todo lo que había sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo. Él les dijo: “¿Qué conversación es esa que traéis mientras vais de camino?”. […] Y, comenzando por Moisés y siguiendo por todos los profetas, les explicó lo que se refería a él en todas las Escrituras. Llegaron cerca de la aldea adonde iban y él simuló que iba a seguir caminando; pero ellos lo apremiaron, diciendo: “Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída”. Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron […]» (Lc 24,13-25).
¿Te imaginas la escena? Hazlo, por favor. Aplica los sentidos… Y cuando lo hagas, hablemos del acompañamiento. Déjame que te diga qué entiendo por esta palabra cuando estoy contigo. Acompañar a alguien supone:
- Acercarse a la persona, conocerla y quererla («Jesús en persona se acercó»).
- Preguntarle por su vida, sus inquietudes, sus miedos y deseos, su fe… («¿Qué conversación es esa?»).
- Poner la vida de la persona delante de la vida de Jesús para que sea este quien ilumine sus inquietudes («Les explicó»).
- Acercar a la persona a la experiencia del amor de Jesús en la Eucaristía y los sacramentos («Tomó el pan»).
- Afinar la mirada, los oídos y el corazón de la persona para que pueda reconocer el susurro de Jesús en los distintos momentos de su vida («Lo reconocieron»).
- En compañía de los Sagrados Corazones…
¿Qué tendría que tener un animador de pastoral juvenil y vocacional para poder acompañar a un joven a descubrir a Dios en su vida? Si fijamos la mirada en los Sagrados Corazones encontramos algunas pistas:
- Ser alcanzados por el amor de Dios y experimentar la grandeza de este amor es el fundamento de nuestra misión como animadores. La experiencia del encuentro con Dios nos impulsa a poner nuestra vida a disponibilidad de su voluntad para anunciar este amor con gratuidad y profundo agradecimiento.
- Creemos que ser animador no es un trabajo sin más, sino que es una vocación, una llamada especial a trabajar con los jóvenes en el anuncio del Señor. Por ello debes acercarte a los jóvenes, conocerlos, saber quiénes son, cómo son sus vidas, cuáles son sus preocupaciones y sus problemas, acércate a su realidad para hacer que se sientan aceptados y, sobre todo, queridos.
- Esta relación te abrirá las puertas a la vida de los jóvenes para ayudarles a descubrir su propio camino y para escuchar lo que el Señor quiera de sus vidas. Por eso, es muy importante que sepas ayudar a los jóvenes a leer sus vidas con ojos creyentes, ayudar a cuestionar y preguntar, a suscitar el deseo del encuentro con Dios, y a ayudar a plantear la pregunta «Señor, ¿qué quieres de mí?».
- Como animadores tenemos una tarea especial (y para la cual no todo el mundo tiene por qué estar preparado): el acompañamiento personal de la vida de nuestros jóvenes. El acompañamiento ante todo es escuchar, contrastar y dejar libertad para que el otro decida. No acompañamos para buscar amigos ni para hacer que la otra persona sea dependiente de mí. Como acompañantes somos el medio que Dios usa para hablar al corazón del joven, para acariciar las heridas y las cruces de su vida. Y no olvides que solo se puede acompañar bien si uno es acompañado por otro.
- Papa Francisco y su admiración por los educadores
«El Sol no se apaga durante la noche, se nos oculta por un tiempo por encontrarnos “al otro lado”, pero no deja de dar su luz y su calor. El docente es como el Sol. Muchos no ven su trabajo constante, porque sus miras están en otras cosas, pero no deja de irradiar luz y calor a los educandos, aunque únicamente sabrán apreciarlo aquellos que se dignen “girarse” hacia su influjo.
Yo les invito a ustedes, profesores, a no perder los ánimos ante las dificultades y contrariedades, ante la incomprensión, la oposición, la desconsideración, la indiferencia o el rechazo de sus educandos, de sus familias y hasta de las mismas autoridades encargadas de la administración educativa. La educación es el mejor servicio que se puede prestar a la sociedad, pues es la base de toda transformación de progreso humano, tanto personal como comunitario. Este sacrificado servicio pasa desapercibido para muchos. Probablemente, ustedes no podrán ver el fruto de su labor cuando este aparezca, pero estoy convencido de que gran parte de sus alumnos valorarán y agradecerán algún día lo sembrado ahora. No confundan nunca el éxito con la eficacia. En la vida no siempre lo eficaz es exitoso y viceversa. Tengan paciencia, mejor, esperanza. No olviden que la clave de toda obra buena está en la perseverancia y en ser conscientes del valor del trabajo bien hecho, independientemente de sus resultados inmediatos. Sean fuertes y valientes, tengan fe en ustedes y en lo que hacen.
Que Dios les bendiga y bendiga su abnegada labor diaria, la mayoría de las veces oculta, silenciosa e inapreciada, pero siempre eficaz y valiosa».
Mensaje del papa Francisco a los docentes
- En clave de diálogo
- ¿Qué te suscita el testimonio de Marta? ¿Se parece en algo a la experiencia que has tenido de acompañamiento?
- Con los discípulos de Emaús… ¿Quiénes han sido los que te han acompañado? ¿Cuál ha sido tu experiencia de ser acompañado? ¿Has acompañado a alguna persona?
- ¿Te sientes identificado con las palabras del papa Francisco?
Descarga el artículo en PDF RPJ-541-abril-2020 – Ahora lo han visto a mis ojos testimonio de acompañamiento – Fernando Teomiro
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