Acompañar la vocación – Eduardo Martín Ruano

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Pertenecer a un movimiento o asociación te hace sentir el compromiso en tus carnes, en tu corazón, porque ser partícipe de un proyecto común vivido en comunidad y soñado en conjunto requiere de una implicación que se refleje en todos los ámbitos de tu vida.

Además, el gran valor que nos aporta a los que creemos en el Dios de Jesús y pertenecemos o somos militantes de movimientos y asociaciones cristianas de la Iglesia, es el acompañamiento y el discernimiento de nuestra vocación bautismal y vital comprometida siempre (sea cual sea el proceso) al servicio de los empobrecidos de nuestro mundo.

La tradición cristiana da mucha importancia a los procesos personales y al acompañamiento espiritual que ayuda, desde el respeto y el amor, a discernir tu vocación en el mundo.

«Discernimiento es un proceso espiritual que busca percibir, distinguir las mociones del Espíritu en nuestro corazón, la presencia de Dios en las realidades humanas que están llamando a nuestra libertad hacia una decisión, a una acción». La persona cristiana es, por tanto, aquella que sabe dejarse conducir por el Espíritu de Jesús en la toma de decisiones de su vida.

Los que trabajamos en la pastoral juvenil debemos tener muy presente el cuidar esta dimensión, pues en la juventud estamos en una etapa que necesita un discernir acompañado para vislumbrar nuestras opciones vitales de futuro, nuestros estudios o nuestro trabajo.

«Tu vocación no consiste solo en los trabajos que tengas que hacer, aunque se expresa en ellos. Es algo más, es un camino que orientará muchos esfuerzos y muchas acciones en una dirección de servicio. Por eso, en el discernimiento de una vocación es importante ver si uno reconoce en sí mismo las capacidades necesarias para ese servicio específico a la sociedad». Christus Vivit, 255

Francisco nos quiere transmitir que todos tenemos un servicio que realizar en el mundo, pero es importante elegir cuál es ese servicio y dónde, según tus capacidades. Para ello se necesita una pastoral de «artesanía» que implique encuentros periódicos en los que se comparta vida y misión, donde se haga lectura creyente, se cree un proyecto de vida y se actúe en consecuencia. Es el ejemplo de movimientos seglares como los pertenecientes a la Acción Católica donde encontramos muchos años de trabajo de esas dinámicas a través de grupos de vida y sus herramientas.

Pertenecer a una comunidad, sea cual sea, te hace ver la vida de otra manera, y hacerlo con una espiritualidad cristiana te ayuda a sentirte miembro de algo mucho más grande, entre lo divino y lo humano donde a ti solo te queda entregar tu vida y ponerla al servicio de los demás, para ser feliz y poder compartir esa felicidad.