La alegría de la vocación – Williams Costa

El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres..” con esta frase del Salmo 125, queremos comunicar a Dios nuestro pleno agradecimiento por el don de nuestra vocación escolapia. Esta expresión relata la vivencia del pueblo de Israel, quien “cambió la suerte” de Sión. Sigue relatando el salmo que “la boca se nos llenaba de risas, la lengua de cantares…

A esta experiencia comunitaria y salvífica deseo remitirles en el día en el que celebraremos, además de la Jornada por la Paz de nuestros pueblos, el gran regalo de la vocación. Este 31 de enero podremos decir que el Señor ha cambiado la suerte de nuestras vidas, nos ha dado plenitud inmerecida, y por eso debemos estar alegres.

La alegría es una emoción que, en el sentido bíblico, nos habla de la presencia de Dios. Estamos llamados a vivir alegres, porque el Señor está con nosotros. En nuestros oídos resuena aquel texto de la Anunciación “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo” (Lc. 1, 28b) Donde hay alegría, está el Señor.

En esta línea, deseo que podamos animarnos en nuestras comunidades y presencias con pequeños gestos que expresen nuestro profundo agradecimiento por el don vocacional. No es necesario hacer grandes y complejas actividades, pues la sensibilidad vocacional no se relaciona siempre con logísticas complejas, acciones masivas o materiales llamativos. Se relaciona, tal vez más, con mínimos detalles que despiertan lo más genuino de nosotros y lo contagia a otros.

Algunas recomendaciones 

  1. Hacer de nuestra Eucaristía comunitaria algo especial. Tal vez el canto, la oración, la disposición del lugar, la ambientación… sólo un símbolo puede, por ejemplo, ayudarnos a transformar lo cotidiano en algo significativo.
  2. Existe en la Liturgia Eucarística diversas oraciones por las vocaciones, por la Vida Consagrada. Celebra con ellas; eso ayudará a que nos unamos en la oración por nuestras vocaciones.
  3. Habla con tus estudiantes, jóvenes, niños, sobre tu vocación… Sin grandes discursos teológicos. Sólo diles que Dios llama, y que por eso somos escolapios. Hay muchas maneras de decirlo, hay historias de personajes bíblicos, o de algunos de nuestros santos, que podrán parecerles llamativas.
  4. Saluda a algún(os) joven(es) que sabes que están planteándose lo vocacional, o posiblemente puedan hacerlo. Para ello las redes virtuales nos ayudan. Un mensaje SMS, una nota de voz, una imagen… algo que les permita saber que estás allí animándoles. Seguro lo agradecerán.
  5. En tu oración personal, agradece, infinitamente… da gracias por toda tu historia vocacional. Por tus crisis y dificultades, y por esas experiencias que ratifican tu vocación. Por las caídas y subidas. Inspírate en la vida de alguno de nuestros santos, o contempla la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor, como nos lo recomendaba diariamente nuestro Santo Fundador.
  6. Piensa en lo que puedes hacer para impulsar la cultura vocacional allí donde estás. Lo que puedes hacer tú, personalmente. Evitemos los plurales que despersonifican. ¿Qué puedo hacer yo? Defínelo, y ponlo en práctica.
  7. Invita a los jóvenes vocacionales a la comunidad, y ten un espacio especial para ellos. La Eucaristía, la comida, el espacio de compartir… Eso les anima y nos anima a nosotros.
    Son sólo sugerencias. Espero que puedan surgir muchas más. Si es así, no dejes de compartirlas. Demos gracias a Dios, siempre y en todo momento, porque nos ha llamado a ser escolapios, y porque llama a otros a serlo. Somos don de Dios para nuestros niños y jóvenes. No dejemos de sembrar la semilla que dará su fruto. En tus manos, Señor, estamos.
  8. Willians Costa. Provincial