Evolución en negro, de Malévich – Juan Saunier

EVOLUCIÓN EN NEGRO

Hasta el cinco de mayo de 2019, la sala principal de exposiciones de la Fundación Mapfre de Madrid exhibe cerca de un centenar de obras de autores rusos de principios del siglo XX titulada “De Chagall a Malévich. Arte en Revolución”.

Aprovechando los vientos favorables que se alzaron alrededor de la Revolución de Octubre, durante unos pocos años, una serie de artistas soñaron con la libertad, experimentaron artísticamente y dialogaron con todas las corrientes plásticas europeas, del fauvismo a la abstracción.

Rescato de la muy recomendable exposición tres cuadros de Kazimir Malévich, autor del Manifiesto Suprematista. Y le dejo hablar a él desde sus escritos.

“El hombre se propone penetrarlo y conocerlo “todo”, pero que “todo” ¿se encuentra ante él, puede ponerlo sobre la mesa frente a él, analizarlo, describirlo en algunas obras y decir a continuación: este es el libro donde “todo” está escrito, estudiadlo y lo sabréis todo? Me parece que no será posible analizarlo, estudiarlo y conocerlo más que cuando llegue a extraer la unidad que no tiene ninguna relación con el conjunto circundante, libre de todas las influencias y de toda sujeción. Si llego a ese resultado conoceré, si no, no conoceré nada, a pesar de la multitud de ejemplos y conclusiones obtenidas.” (K. Malévich, Dios no ha caído. El Arte, la Iglesia, la Fábrica, 1922, §6)

“Dios construyó la perfección (la comunidad), sin embargo el espíritu humano intenta encontrarla a partir de qué la ha hecho, qué móviles la incitaron a construirla, suáles eran los fines y el sentido de la perfección. El espíritu humano analiza lo que se le presenta, pero como toda representación no es la realidad, toda representación analizada no puede ser la realidad. En consecuencia, todo lo que se estudia es la ‘nada’, es decir, Dios en reposo…” (K. Malévich, Dios no ha caído. El Arte, la Iglesia, la Fábrica, 1922, §33)

Malévich intenta superar esta limitación del análisis no por vía del sentimiento o la expresión, sino del arte, como otros en su época. Y creo que él mismo sintió que era insuficiente. Reza la cartela que acompaña en la exposición a este último cuadro: “Cuadrado cero es la abstracción suprema, la pintura en su grado cero, en estado minimal: el mínimo de color –el negro, pues el blanco figura como marco–, el mínimo de elementos figurativos –un cuadrado inscrito en otro cuadrado, que es el soporte mínimo del lienzo– y el mínimo de perspectiva –de hecho, su eliminación–.” Y cuenta que cuando Malévich la expuso, lo hizo en una esquina de la sala, como si de un icono se tratase. Y acaba diciendo que a la muerte del artista en 1935, un cuadrado negro cubrió el catafalco donde yacían sus restos.

Tras lo leído arriba, cabe preguntarse si no estaba intuyendo el artista ruso que el lenguaje para hablar de lo indecible habría de despojarse de todo. A buen seguro, también de sus palabras y de estas breves notas explicativas.

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Imágenes adjuntas: Kazimir Malévich, 1923, Museo Estatal de San Petesburgo, fotografías personales en la exposición de la Fundación Mapfre, Madrid.