Ahí está, entre ladrones, .
A su izquierda, La monja, un espectro malísimo que asusta mucho. A la derecha, Depredador, con tres mandíbulas (¿o ese era el otro?). Más a la derecha, Ola de crímenes. Y más a la izquierda, Jhonny English más conocido por Mr Bean, apuntando con una pistola. Y aún más, El Reino, que debe ser de políticos corruptos, aunque tiene nombre de Evangelio. Y Megalodón, con bastante hambre…
Pero él ahí está, entre medio de todo lo malo. Se llama Francisco, Un hombre de palabra. Y es una película documental que tenemos que ver, sí. Compite en la cartelera con el entretenimiento, que es buenísimo, y el mal ejemplo de los malos, que esperemos que terminen mal sin necesidad de que nadie los condene. Ahí está Francisco, en un documental imprescindible.
Y está también junto a dos gitanas homosexuales que se llaman Carmen y Lola y luchan con todos los prejuicios juntos y a las que sin duda acogería.
Y está junto a El reverendo, que intenta abrazar los absurdos de los dolores con la fe desnuda, y que Francisco acompañaría y ayudaría a discernir.
Y está con Oreina, que narra la vida de Khalil, desarraigado, descartado, al que sin duda Francisco defendería frente a los muros y alambradas. Y está junto a Los Increíbles, y se les parece en lo increíble de su testimonio y lo heroico de su acción.
Y comparte cartelera con Gaugin, y con él se alejaría de los códigos morales, políticos y estéticos de la Europa que se llama civilizada sin serlo.
Ahí está nuestro Francisco.
Y yo, contento de que en nuestra reunión de ayer para pensar en los temas de RPJ 2019 le reservásemos una revista entera a Francisco, y muchos otros temas apuntados en el Sínodo en el que ahora ha embarcado a toda la Iglesia. Gracias Francisco.