“Felices los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios” Mt 5, 9.
Recordemos la invitación que hizo el Papa emérito, Benedicto XVI un 29 de junio: «Nos convertimos en nuevos, si nos dejamos conquistar y plasmar por el Hombre nuevo, Jesucristo. Él es el Hombre nuevo por excelencia. En Él la nueva existencia humana se convierte en realidad, y nosotros podemos verdaderamente convertirnos en nuevos si nos ponemos en sus manos y nos dejamos plasmar por Él«. Y también: «una razón iluminada desde el corazón, para aprender a actuar según la verdad en la caridad. Pero esto no se realiza sin una íntima relación con Dios, sin la vida de oración.”
Vivimos en el mundo pero no somos del mundo. Vemos en él la injusticia. Quizás muchas veces la denunciamos aunque no sabemos qué hacer para enfrentarla, y otras veces, no lo hacemos porque ni siquiera podemos verla con tanta claridad. Pero lo que no tenemos permitido, es dejar de buscarla y anhelarla, porque en la medida que lo hacemos, cumplimos con el mandato de Jesucristo y somos reafirmados como hijos, “felices los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios” Mt 5, 9.
En esa búsqueda de justicia hay muchas batallas por las cuales hay que luchar, y una de ellas es el bullying.
Hacer frente al bullying no es una cosa fácil como bien comentamos en el post anterior, el amor es el arma clave para poder combatirlo y la familia, en la medida que refleja la unidad de la Santísima Trinidad y mantiene la íntima relación con Dios, es la fuente de ese amor. El amor es quien da fuerza y luz, elementos necesarios para poder decir basta a un mundo lleno de soledad y tinieblas.
Nuestra finalidad este mes, ha sido poder visibilizar la lucha contra el acoso, pero sobretodo aportar nuestro granito de arena para poder hacerle frente. Hablando del bullying hemos querido transmitir uno de esos temas que a día de hoy preocupan a la juventud, además de dar algunos puntos clave para poder acabar con él.
No solo nos hemos dirigido a aquellos que lo han vivido, sino que creemos que el bullying es una cosa de todos, y que para acabar con él, hemos de unir fuerzas de todos lados. Entre todos es más fácil.
Si bien es verdad, que a raíz de nuestros post también hemos querido servir como punto de ayuda para aquellas personas que sufren el acoso en silencio y soledad. Y a todas aquellas personas, que aún no se han atrevido a dar el paso y contar su situación por miedo, es importante que vean y sientan que no son las únicas y que no tienen por qué afrontar en soledad el asunto.
Dar voz a las personas que sufren del bullying es uno de los puntos más importantes y en el que aún queda mucho trabajo. Pero también el visibilizar, hacer frente a lo que ocurre y ser conscientes de que sólo con un simple gesto de caridad podemos influir enormemente, son muchos de los aportes que ayudan y mejoran la situación.
Tenemos que saber que aunque nunca hayamos sido víctimas del bullying, somos factores muy importantes en el proceso de las personas que sí lo son. Cuando una víctima observa que nadie le ayuda o nadie ve su situación, se siente sola, pero no solo eso, sino que siente el desprecio con más énfasis y hasta abandono. En cambio, si nos quitamos la venda de los ojos y decidimos unirnos al combate, la víctima siente que aún en su peor momento, no está sola. Por lo tanto, es muy importante ser conscientes de nuestro papel y saber cómo y cuándo podemos influenciar en las víctimas.
En definitiva, el bullying o acoso, como bien hemos comentado, es la privación a la paz de toda persona con actos de hostigamiento de distintos tipos. Y la lucha que nos toca es contra esa injusticia, contra el rechazo, pero sobretodo contra el sentimiento de soledad en uno mismo. Lo primero, mirar la realidad, mirarla bien y tratar de identificar el Bullying, porque somos capaces y estamos llamados a ponerle puntos y aparte, marcando un camino, que aunque sea largo y denso, nos va a llevar a su punto y final; y también a ser nosotros mismos poseedores de la paz. “Un fruto de justicia se siembra pacíficamente para los que trabajan por la paz” Sant 3, 18.
Roser Tarrida y Matías Vélez