“Así como yo los he amado, ámense también ustedes los unos a los otros” Ju 13, 14. – 3 de octubre (Bullying)

Soledad, tristeza y preocupación. Lágrimas, oscuridad y silencio. ¿Es esto a lo que llamamos Bullying? Durante nuestras vidas, nos hemos cruzado y nos cruzaremos con más de una persona que haya sufrido Bullying en algún momento de su vida. Es más, hay una gran posibilidad que uno de esos cinco niños con los que te cruzas cada mañana, sea una posible víctima de padecerlo. ¿Como no somos totalmente  conscientes de ello?

La mayoría de las veces, cuando vemos a dos niños dejando caer algún que otro golpe, lo dejamos pasar. Pensamos que es un juego entre ellos y que por el simple hecho de ser juego no hay peligro existente. Pero un juego, lleva a las bromas, y muchas de estas bromas pasan los límites. “Cosas de niños”, decían. Y no solo ocurre entre los más pequeños, sino que existen otros tipos de Bullying , aunque este punto se merece una historia a parte.  

Entonces, qué es el Bullying os preguntareis. El Bullying, también llamado acoso, consiste en el maltrato continuo tanto psicológico como físico. La palabra en sí describe un modo de trato entre dos o varias personas. Se trata de manera cruel con el objetivo de hacer sentir mal a la víctima  y aislarla de su entorno. De esa manera, la arrinconan y amenazan. ¿Qué cuál es el objetivo del acosador? Nada bueno, cualquiera de ellos busca siempre humillar, intimidar, molestar, dominar, avergonzar; es lo que da consistencia a que el hostigador siga acosando a su víctima. Se trata de una dominación constante para poder obtener algo a cambio, haciendo sentir a la víctima que no tiene poder para nada, sino que es insignificante para todos.

Frente a este panorama, el Papa Francisco condenó el maltrato hacia los más débiles, explicó que: 

“Del mismo modo que cuando tenemos el deseo de hacer una buena obra, una obra de caridad, decimos que ‘es el Espíritu Santo el que me inspira a hacerlo’, cuando sentimos dentro de nosotros ese deseo de agredir al débil, no hay duda: es el diablo. Porque es una obra del diablo agredir al débil”. 

Sin más, el Santo Padre concluyó: “Que Dios nos dé la gracia de la compasión”.