Fernando Negro
José de Calasanz, que había llegado a Roma el año 1592, con ínfulas de ambiciones y riquezas, sufrió durante varios años un proceso de purificación interior que le llevó a una opción por la pobreza como medio de crecimiento personal en humildad, y como eslabón que le uniría a los más pobres, por quienes hizo opción preferencial desde los comienzos de su obra educativa.
En esto copiaba al Maestro que fue pobre, vivió entre los pobres y anunció la Buena Noticia especialmente a los pobres. Por eso escribió frases como éstas:
“Por cuanto profesamos ser verdaderamente pobres de la Madre de Dios, procuraremos no despreciar nunca a los niños pobres; antes cuidaremos de adornarles de toda virtud, con mucha paciencia y caridad, sobre todo diciendo el Señor: ‘Cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis.’”[1]
“Manténganse todos con firme esperanza de que Dios responderá por nuestro Instituto, el cual se funda sólo en la caridad de enseñar a los niños, especialmente pobres, para que no se pueda decir ‘los pequeños piden pan; no hay quien se lo reparta.’”[2]
“Los pobres sean siempre, siempre, ayudados con particular diligencia, aunque estén con los vestidos rotos.”[3]
Es indudable que solamente quien tiene un espíritu de pobre conecta a fondo con el pobre. Tener un espíritu de pobre es aprender a confiar en Dios como un niño en los brazos de su madre. De lo contrario podemos llenarnos la boca de palabras bellas, la mente de pensamientos nobles, pero no estaremos conectados con la realidad de millones y millones de niños que, incluso hoy, tienen hambre del pan de la cultura y del evangelio.
Lo mismo que Calasanz hacia el año 1645 escribía a favor de las Escuelas Pías pues eran instrumento providencial a los más pobres, sus seguidores deberían hacerse eco de sus palabras en el contexto de la globalización: “Sin embargo, éstos, por ser pobres, no deben ser abandonados, constituyendo como se ha dicho la gran mayoría de las naciones (República Cristiana) y habiendo sido redimidos ellos también con la sangre preciosa de Jesucristo y tan apreciados por el Señor (Su Majestad) que dijo haber sido enviado al mundo por su Eterno Padre para enseñarles: “Evangelizare Pauperibus Misit Me.” [4]
En conexión con lo anterior es hermoso ver cómo desde los últimos 30 años se está dando un desplazamiento del centro de gravedad de las congregaciones Calasancias hacia las periferias del mundo, hacia naciones del África y del Asia donde por primera vez nuestros carismas se están implantando. El año 2000, tras 12 años de presencia Calasancia en Camerún, se reunieron representantes de las congregaciones de los PP. Escolapios, MM. Escolapias y Hermanas Calasancias, y elaboraron el Documento titulado “Bamenda 2”[5]. En la introducción del mismo leemos:
- Creemos en la presencia del Espíritu santo en la gente y las culturas africanas. Es Él quien nos anima y nos dirige en el proceso de inculturación del Evangelio y hace que el carisma Calasancio renazca en África.
- Creemos en la Iglesia africana como Familia de Dios a la que entregamos el regalo de nuestro carisma específico, desde la humildad y la simplicidad, como cooperadores de la verdad, tratando de ser signo visible suyo a través de nuestra vida fraterna.
- Creemos en una africanización progresiva del carisma de la Familia Calasancia desde el diálogo y la solidaridad entre los miembros de todas sus comunidades, y de integración de todos los elementos que pudieran dividirnos (etnias, lenguas, nacionalidades, mentalidades).
- Creemos que el futuro de los pueblos de África se encarna en los niños y los jóvenes, signo de bendición divina y fuente de dinamismo y crecimiento; Este futuro se encarna en la mujer, madre y educadora del pueblo a quien deseamos servir; también se encarna en los valores culturales y religiosos con los que queremos dialogar en profundidad.
- Creemos en el valor de la educación integral de todos y cada uno, como pilar indispensable para la reforma de las personas y los pueblos, siempre que lo llevemos a cabo desde actitudes de amor, paciencia, humildad y pobreza, de acuerdo a las opciones preferenciales de San José de Calasanz.
Hoy Jesús sigue actuando a favor de los pobre, en los pobres y con los pobres de mil y una formas. Tenemos el gran regalo de nuestro papa Francisco que con su sencillez, calor humano, y espíritu de pobreza evangélica, se ha ganado el corazón de la humanidad, incluso de aquellos que no se confiesan cristianos. Él nos invita a salir de nosotros mismos para ir a las fronteras, a las periferias donde se encuentran los más abandonados y donde todo parece oscuro y sin solución. Pero el Evangelio es fuente de esperanza siempre y en todo lugar, especialmente para los pobres: “Es la verdad que no pasa de moda porque es capaz de penetrar allí donde nada más puede llegar. Nuestra tristeza infinita sólo se cura con un infinito amor.”[6]
[1] CC, 4
[2] DC 1418; fecha: 26/4/47
[3] DC 1425; fecha: 1637
[4] San José de Calasanz, “Exposición Defendiendo el Derecho de los Pobres a la Educación (1645”, en el libro de Vicente Faubell Zapata, o.c.; p. 34
[5] El primer documento “Bamenda 1”, fue escrito en el Monasterio Cisterciense de Mbengwi, Bamenda (Camerún), en febrero de 1988. El documento “Bamenda2” fue elaborado en la Misión escolapia de Futrú-Nkwen (Bamenda), Camerún, en diciembre del año 2000.
[6] Papa Francisco, “Evangelii Gaudium, La Alegría del Evangelio”, no. 265