“Ayúdense mutuamente a soportar las dificultades, y así cumplirán la ley de Cristo” Gal 6, 2.
No es fácil superar los problemas que tenemos diariamente. Más aún, cuando se trata de hacer frente a las diversas situaciones que nos ponen en estado de vulnerabilidad. Muchas veces, las dejamos pasar. Otras veces, las posponemos, es decir, no les damos la importancia que merecen en su momento y ya luego, cuando se quieren tratar es muy tarde. Y en otros casos, simplemente quedan guardadas y acumuladas dentro de nuestro corazón. Pero, ¿y si se tratase de situaciones de Bullying? ¿Cómo podríamos afrontarlo?
Ser una víctima del acoso es generalmente, una situación dura, complicada y sobretodo, solitaria e incomprendida. Muchos de los que padecen estas situaciones eligen resguardarse en el silencio, guardar todo para ellos mismos, reservando lo que está ocurriendo en sus vidas. Seguramente os preguntaréis de qué sirve el silencio, y es que desde del otro lado de la historia, el silencio no es una de tantas opción para escoger, sino que muchas veces es la única opción. Quizás sea la única manera que tienes para restarle importancia a todo lo que estás viviendo. Verbalizar implica darle importancia, y sería una muy buena opción para comenzar a afrontar la situación. Lamentablemente, no es la opción más considerada por la persona víctima, ya que suelen tener miedo a que sus acosadores, al ser descubiertos sean aún más duros o tomen represalias.
Como bien dijo el Papa Francisco: “Hay un fenómeno en estos tiempos que me preocupa. Es el Bullying. Tened mucho cuidado.” Llenas de razón nos llegan estas palabras, y es que imaginar por un momento a qué nivel de preocupación llega una víctima, cómo se ve afectada y la presión constante de intentar salir de allí sin solución alguna, lleva a plantearnos en definitiva ¿cómo lo puede afrontar entonces?
Para que la víctima pueda afrontar de verdad el Bullying y de esta manera superarlo, es necesario que sepa que en verdad no está sola delante de esta situación y que siempre va a tener a alguien al lado orando por ella y mirando hacia delante. En muchos de los casos el apoyo se encuentra cuando se informa a una persona adulta de total confianza, como pueden ser sus propios padres o familia, profesores…. los cuales tienen una posición de autoridad delante del acosador, sin darle opción a crecerse y actuar.
Aun así, otra manera de poder hacer frente a un acosador es que la víctima lo ignore y se aleje completamente de él. No es una opción habitual por parte de las víctimas, ya que ignorar implica mantener la postura de seguridad y hacer ver que nada de lo que el acosador hace o dice es un motivo para sentirse mal. En resumen, hacer ver que nada te afecta y nadie puede hacer que te afecte. Eso sí, ignorar no implica no poder ir a hablar con el acosador para buscar el origen del problema. Las víctimas no suelen atreverse a hablar con su acosador, aún así podría ser una manera, cuidando el trato y mediando con un tercero, de hacer frente y encontrar el motivo por el cual se comporta así.
La clave está en la expresión, poder ponerlo en palabras, que la víctima lo verbalice y acepte la situación en la que se encuentra. El hecho de conversar con alguien, un amigo, profesor, padres, familia e incluso un orientador escolar, puede ayudar a sentir y tener ese apoyo el cual se necesita para poder afrontar la situación. Hablando, la víctima puede expresar todos sus miedos, así como frustraciones.
Actualmente, a raíz de todos los casos detectados de Bullying, hay muchos programas de prevención del acoso y de la violencia, así como lugares donde puedes acudir en caso de ser la víctima. En estos sitios te ayudan a llevar a cabo una seguridad, además de intentar buscar una mediación entre iguales. Muchas de las escuelas, eligen participar en estos programas y proyectos para poder acabar con el Bullying e indirectamente ayudar a aquellos que se pueden sentir como víctimas en algún momento. Así como hacer reflexionar sobre el papel del acosador.
Dicho esto, hacer frente a este tipo de situaciones es complicado, aunque también necesario. Hablar y verbalizar lo ocurrido, es una acción totalmente impensable para la víctima en un primer momento, ya sea por pura vergüenza de la situación en la que se encuentra o simplemente por miedo a su acosador. Pero es necesario. Para poder ayudar a que las víctimas se abran y hablen, hay que incitar a normalizar la situación, generar vínculos de cercanía y confianza. De esta manera, las personas podrán encontrar el espacio y la acogida para verbalizar sus sentimientos y situación con alguien que escucha no sólo físicamente, sino también alguien que escucha con el corazón; y así, poder poner punto y final a una historia interminable.